Democracia para realistas arremete contra la romántica teoría vulgar en la que se asienta el pensamiento contemporáneo sobre política y gobierno democráticos, ofreciendo una provocadora visión alternativa centrada en la naturaleza humana de los ciudadanos democráticos.
Índice
Figuras.
Prólogo.
Capítulo primero. Ideales y realidades democráticos.
Capítulo segundo. El mandato elusivo: las elecciones y el espejismo del control popular.
Capítulo tercero. Degenerar en una república democrática: la "democracia pura" y los peligros del control popular.
Capítulo cuarto. ¿Un dios racional de la venganza y la recompensa? La lógica de la rendición de cuentas retrospectiva.
Capítulo quinto. Retrospección ciega: respuestas electorales a las sequías, las inundaciones y los ataques de tiburón.
Capítulo sexto. El juego de las sillas musicales: votación económica y el presente especioso.
Capítulo séptimo. "A Chicken in Every Pot": ideología y retrospección en la Gran Depresión.
Capítulo octavo. El fundamento último de las razones: grupos, identidades sociales y psicología política.
Capítulo noveno. Corazones (y humores) partidistas: identidades sociales y cambio político.
Capítulo décimo. La ilusión de estar pensando: el votante racionalizador.
Capítulo décimo primero. Grupos y poder: hacia una teoría realista de la democracia.
Apéndice. La votación retrospectiva como selección y sanción.
Epílogo a la edición rústica.
Referencias.
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Sinopsis
Democracia para realistas arremete contra la romántica teoría vulgar en la que se asienta el pensamiento contemporáneo sobre política y gobierno democráticos, ofreciendo una provocadora visión alternativa centrada en la naturaleza humana de los ciudadanos democráticos.
Gracias a una amplia variedad de pruebas procedentes de las ciencias sociales, incluidos ingeniosos e inéditos análisis sobre temas que abarcan desde el aborto y los déficits presupuestarios hasta la Gran Depresión y los ataques de tiburón, Christopher Achen y Larry Bartels desmienten la imagen generalizada de ciudadanos concienciados que dirigen el rumbo del Estado desde las urnas de votación. Argumentan que los votantes -incluso los mejor informados y más implicados- eligen partidos y candidatos en función sobre todo de sus identidades sociales y lealtades partidistas, no de cuestiones políticas. Además, demuestran que los electores ajustan sus opiniones políticas e incluso sus propias percepciones sobre asuntos objetivos para que se correspondan con dichas lealtades. Cuando los partidos están más o menos igualados, las elecciones a menudo dependen de consideraciones irrelevantes o engañosas, como repuntes económicos o recesiones que escapan al control de los gobernantes; en esencia, los resultados son aleatorios. Así pues, los electores no dirigen el rumbo de las políticas públicas, ni tan siquiera de forma indirecta.
Achen y Bartels sostienen que la teoría democrática debe basarse en los grupos identitarios y los partidos políticos, y no en las preferencias de los votantes individuales. Democracia para realistas plantea un serio desafío al pensamiento convencional, señalando el camino hacia una interpretación radicalmente distinta de las realidades y el potencial del gobierno democrático.